Blog de maternidad y crianza dónde compartimos dudas, angustias y anécdotas sobre ser una mamá un poco neurótica en el complicado mundo de hoy. Mamá Bloguera del Perú.
Uno de los aspectos más abrumadores de la maternidad (y que se acentúa ahora durante la pandemia y más aún en cuarentena) es el ciclo infinito de actividades maternas. Actividades que se repiten con la misma consistencia día y noche.
Esto se vive como un ciclo sin fin de responsabilidades que pueden ayudar a detonar problemas de salud mental en las madres (sobre todo las primerizas que no están acostumbras a estos ciclos y/o aún no tienen una fuerte red de soporte con otras madres).
Es por eso necesario traer atención a esta rutina abrumadora y perenne en la que nos vemos atrapadas (metafórica y ahora, literalmente) muchas madres.
Estás agotada después de un día intenso (en general, tus días son siempre intensos) te metes a la cama muerta de cansancio, pero tu mente sigue trabajando: repasando todo lo que hiciste ese día y todo lo que dejaste de hacer. Si estás muy cansada tomas nota mental de tus pendientes, si no estás muy cansada y eres una neuromamá como yo, corres a apuntarlos a tu agenda para no olvidarte (igual y seguro que se te olvida algo).
A la mañana siguiente, lo mismo: te levantas pensando en las mil cosas que
hay que hacer para la casa (compras, menú, limpieza, arreglo, trámites) y para tu
familia (tareas, deportes, agendas, comunicaciones con el colegio, con otros
padres y varias cosas más) incluidas sus necesidades emocionales. Sales a
trabajar, a hacer tus cosas, pero siempre con estos pendientes en tu mente.
Están ahí cuando te acuestas, están ahí cuando te levantas.
Todos estos pendientes que rodean el cuidado del hogar y la atención de todos los seres vivos que habitan en ella (incluidos mascotas y plantas), todo este trabajo no remunerado e intangible (que siempre recae sobre las mujeres) se conocen como ¨trabajo invisible¨. Un trabajo que mientras esté bien hecho nadie lo nota (pero, al segundo que algo falla sí que lo notan) se conoce como ¨carga mental¨. Una carga que habita la mente de todas las mujeres y se vuelve más pesada una vez que nos volvemos madres.
Y ¿por qué esta carga mental se vuelve más pesada con la maternidad? Porque queramos o no y a pesar de que cada día hay más padres comprometidos en la crianza de sus hijos, el grueso de la responsabilidad y dirección en la crianza recae sobre nosotras las madres. Somos nosotras las ¨CEO¨ de la empresa hogar. Somos nosotras las que constantemente pensamos en todos los pendientes y organizaciones logísticas que tenemos que hacer para los chicos y la casa. Por ejemplo, mientras escribo esto miro la hora y pienso: ya son casi las 2:00 p.m. debo recoger del cole a mi chiquitita, traerla a casa, llevarla al pediatra. Escoger ropa abrigada porque por el doc hace frío. Veo la ropa un poco chica, ya toca revisar las ropas de todos y ver qué les queda para el cambio de temporada. Lo mismo los zapatos. Me tengo que ir, bajo a disponer el almuerzo (del menú semanal que ya organicé el lunes) y veo que ya se acabaron varias cosas, así que tengo que volver al supermercado. Voy después del doc. Me voy con mi otra hija, debo coordinar su nuevo horario de terapia también. Aprovecho ahí un momento madre-hija, no quiero que se me resienta. Uy, entonces me va a faltar mi hijo mayor. Hoy imposible. Mañana. Lo acompaño al tennis y aprovecho coordino las invitaciones del cumple de mi hija y avanzo mis pendientes de chamba…
Y así todo el día, todos los días.
Esta es la carga mental. El tener bajo tu responsabilidad la administración, coordinación, planificación (e incluso) la ejecución de las actividades, eventos, invitaciones, temas médicos y necesidades educacionales y emocionales de los hijos y el hogar.
Nuestras parejas nos pueden ayudar y claro que lo hacen. Pero, nosotras les tenemos que decir el cómo, cuándo y dónde. Y, muchas veces, es tan pesado y complicado tener que dar tantas instrucciones que preferimos ahorrarnos el trámite y prescindir de su ayuda. Es tal como lo describe Emma Clit en sus cómics, si estuviéramos en una corporación nosotras seríamos las ¨líderes del proyecto¨ y nuestras parejas serían nuestros subalternos. Pues, al final ¨el proyecto hogar¨ es nuestra responsabilidad. Y por eso, no hacen nada extra de lo que específicamente les hemos pedido.
Y este es el motivo por el que hablar de la carga mental de la maternidad es importante, porque existe, porque pesa y porque, como pasa siempre cuando te ascienden a líder de proyecto, dejas de tener tiempo para ejecutar las acciones del proyecto porque no puedes hacerlo sola. Pero, las madres no podemos permitirnos el no participar ejecutivamente en el proyecto hijos. Debemos hacerlo, aunque la carga mental sea pesada. Aunque no sea compartida, aunque necesitemos ayuda.
Muchas de nosotras, al ser madres sentimos que debemos estar con y para nuestros hijos las 24 horas del día, los 7 días de la semana, sin delegar nuestras funciones ni responsabilidades pues consideramos que debemos cuidarlos y atenderlos nosotras mismas (porque nadie lo hará mejor, ni con más amor). Además, debemos cumplir con nuestras funciones de madre con alegría y placer sin importar si estamos enfermas, agotadas o súper ocupadas.
Esta entrega absoluta, conlleva una enorme carga mental que puede pasar factura incluso, a quienes más queremos. Una madre fatigada e infeliz, transmitirá estos sentimientos a quienes la rodean. ¿Acaso no es mejor que nuestros hijos, en lugar de estar horas de horas al día con una mamá que no es muy agradable (pues está agotada, insatisfecha o abrumada), pasen menos horas con una madre que se cuida y nutre a sí misma y que es capaz de nutrirlos y cuidarlos a ellos?
Cuidarte a ti también es cuidarlos a ellos.
Debemos desterrar esa idea que el ser mamá es un trabajo sacrificado que no incluye tiempo para nosotras mismas. Es nuestra responsabilidad hacernos un tiempo para amarnos. En nuestro infinito amor hacia nuestros hijos y las atenciones y cuidados que tenemos para ellos, no podemos olvidarnos de tener atenciones y cuidados para con nosotras mismas.
Y no se trata simplemente de ir a la peluquería o al spa un rato; se trata
de realmente cuidar nuestra mente, nuestro espíritu y nuestro cuerpo. De
nutrirnos con actividades que nos hagan crecer como personas y nos hagan sentir
mujeres plenas y satisfechas con nosotras mismas. Una persona satisfecha y
feliz consigo misma, sólo irradiará felicidad y bienestar más aún; a quienes
dependen de ella, como lo son sus hijos.
Sea que querramos dedicarnos a ese deporte o hobbie que nos encanta y nos
hace tanto bien, o que necesitemos una terapia emocional o analítica que nos
ayudará a comprendernos mejor, o quizá, retomar nuestros estudios o perseguir
ese emprendimiento que nos da vueltas la cabeza. ¡Hagámoslo!
Hacerlo es bueno para nuestra salud mental y emocional. Al hacerlo nos estamos cuidando, nos estamos amando y les estamos enseñando a nuestros hijos a amarse, cuidarse y respetarse con nuestro ejemplo.
Al cuidarnos a nosotras, los estamos cuidando a ellos. Les estamos entregando la mejor versión de nosotras mismas.
Desde el año 2016, el primer miércoles de mayo se conmemora el Día Mundial de la Salud Materna. Este año, coincidió con el 1ero de mayo (día del trabajador) y por eso pasó un poco desapercibido. Pero acá en NeuroMamá nos esforzamos por darle visibilidad a un tema tan importante como la salud mental materna y por eso publicamos esta nota compartiéndoles porqué es importante que las madres cuidemos nuestra salud mental y cómo debemos hacerlo.
No quiero empezar diciendo que la salud mental de las madres es primordial para el desarrollo y crecimiento de los hijos, y no porque no lo sea (porque, lo es) si no porque la salud mental de cada una de nosotras (madre o no madre, para tal caso) es primordial para nuestro propio bienestar, para poder llevar una vida feliz, cumplir con nuestras metas cotidianas y disfrutar las maravillas que nuestra vida nos presenta. Necesitamos estar bien para poder transmitir bienestar. Si nosotras no estamos bien, nada alrededor nuestro lo estará.
Es por nosotras mismas que
debemos estar atentas a nuestros propios cambios y sentimientos, y dejar de
lado estigmas y miedos relacionados con la salud mental que solo nos hacen
daño. De acuerdo con la OMS, muchas mujeres experimentan emociones negativas
frente a los cambios fundamentales que traen consigo el embarazo y el posparto.
El 25% de las embarazadas experimenta algún tipo de malestar psíquico
significativo y la depresión post parto afecta a una (1) de cada seis (6)
mujeres que dan a luz. ¿Qué significa esto? Significa que NO es raro
experimentar sentimientos de confusión o tristeza luego del nacimiento de un
hijo.
Y no sólo eso,
a lo largo de las diferentes etapas de desarrollo y crecimiento de los hijos es
común que las madres experimentemos también diversos malestares psíquicos
derivados de la exigencia que trae consigo la crianza de otro ser humano. Lo
importante es estar atentas y notar cuando pensamientos y sentimientos
negativos comienzan a interferir con nuestro funcionamiento diario. Esto sucede
cuando estos sentimientos o pensamientos nos impiden hacer cosas que deseamos,
cuando la ansiedad es tal que alcanza incluso a las tareas cotidianas o cuando
simplemente dejamos de disfrutar cosas que solíamos encontrar placenteras.
¿Qué pasa si notamos que tenemos
algún problema de salud mental?
Pues, NO pasa nada SIEMPRE QUE LO TRATEMOS A TIEMPO. Igual que cuando notamos algún problema de nuestra salud en general, lo primero es ir a consultarlo con un especialista. No tener miedo ni vergüenza de ir con un psiquiatra (sí ellos son los especialistas de la salud mental) o un psicólogo (sus hermanos menores). A las únicas personas a quienes hacemos daño al no atender nuestra salud mental es a nosotras, y lamentablemente, a nuestros hijos también.